Entrevista a Pablo Sancho, presidente de la Federación Catalana de Cineclubs
¿Qué es la Federación Catalana de Cineclubs y cuántos cineclubs la conforman?
La Federación Catalana de Cineclubs es la entidad que agrupa a todos aquellos cineclubs que quieran formar parte de él y que realicen su actividad en los territorios de lengua catalana. Además, y según dictan nuestros estatutos, la FCC trabaja para que el cine independiente, de autor y de calidad, a poder ser siempre en versión original subtitulada, llegue a todo el territorio catalán a través de la red de cineclubs. Actualmente, en 2016, son 50 los cineclubs federados que forman parte de esa red y es la provincia de Barcelona la que aporta un mayor número al total.
¿Cuál es el objetivo principal de los cineclubs?
El cineclub siempre ha sido un lugar de resistencia. En sus diferentes etapas, las resistencias han sido diferentes. Han sido un lugar de resistencia cultural y educativa contra lo establecido, y ahora, además, es un lugar de resistencia en un momento en el que ir al cine ha dejado de ser la primera opción de ocio de un público mucho más diversificado. Las pantallas se han multiplicado por miles, pero el cine nació para ser visto en una pantalla de cine, y los cineclubs, repartidos por el territorio, mantienen vivas numerosas pantallas para poder seguir disfrutando y reflexionando sobre el cine.
Son lugares de encuentro y debate sobre cinematografía pero, no lo olvidemos, ahora los cineclubs tienen la función en muchas poblaciones de sustituir las salas comerciales cerradas y acoger a un público huérfano de pantallas.
¿Qué tipo de programación se suele hacer?
Los cineclubs son soberanos en cuanto a su propia programación y, en el momento de decidirla, aunque los criterios puedan ser diversos, acaban siendo comunes a nivel general. Principalmente los cineclubs proyectan filmes de autor, que generen debate y alimenten nuestra educación cinéfila, y filmes que, dentro de los parámetros de europeidad y calidad, puedan responder a una demanda mayor de público, sobre todo en esas poblaciones donde solamente el cineclub proyecta cine de manera regular.
Entonces, ¿podríamos decir que los cineclubs que han tomado la función de “sala de cine” de la zona, programan un perfil de películas más comercial?
Sí, pero depende del día. Por ejemplo, en el cineclub de Vilafranca, donde ejerzo de programador, proyectamos películas más experimentales o alternativas durante la semana y los fines de semana hacemos una programación más convencional, proyectamos películas para un público más amplio que va al cine a entretenerse y a pasar un buen rato.
Aún así, algo que me gustaría destacar es el interés que las películas de perfil más alternativo ha despertado en el público de los fines de semana. Son personas que asisten regularmente al cineclub y que por curiosidad han venido los días que programamos cine más independiente.
Háblanos de los diferentes programas alternativos que la FCC propone a los cineclubs, en particular de los proyectos Per estrenar y Cinesud.
Per estrenar es un programa que consiste en distribuir por los cineclubs adheridos al proyecto películas inéditas, sin distribución comercial, pero que entendemos que son filmes de calidad y del interés para los cineclubs, pues han estado presentes en festivales internacionales y tienen en nosotros un público potencial. Contactamos directamente con el distribuidor internacional y, además, siempre intentamos acompañar estas proyecciones con la presencia del director, que en una semana recorre diferentes ciudades catalanas.
Cinesud es un proyecto liderado por el grupo latinoamericano de la Federación Internacional de Cineclubs, que pone a disposición de los cineclubs de todo el mundo, películas que tienen una especial dificultad para salir de sus países.
¿Los cineclubs desarrollan algún tipo de actividad que haga prevalecer la esencia de su origen? Encuentros entre cinéfilos y cineforums… es decir, alguna actividad fuera de la proyección.
Sí. Como te comentaba en el cicle Per estrenar nos interesa mucho traer al director para poder compartir con el público su propuesta. Después, cada cineclub, en la medida de lo posible, intenta contar con alguien del equipo cuando se trata de películas catalanas. Autores como Marc Recha o José Luis Guerin muestran siempre mucha predisposición al debate.
¿Se nota el interés del público cada vez que proponéis alguna actividad de este tipo?
Sí, claro. El contar con el director de la película o con alguien que forme parte del equipo es un valor añadido y se nota en la asistencia del público al cineclub. Hay quien se animará más y hay quien se animará menos a debatir en el coloquio de la película, pero en general el público demuestra interés por el proceso de creación y la razón por la cual la película ha llegado a ser lo que es.
Hay un concepto que en los últimos años se está escuchando mucho que es el de la creación de nuevos públicos. Uno de nuestros ejes fundamentales es el de la formación, la necesidad de crear nuevos públicos, transformar aficionados al cine en cinéfilos conversos. Desde la FCC ofrecen decenas de programas educativos, muchos de ellos destinados a los niños y jóvenes, que son el público del futuro. Paradójicamente, han nacido con tantas pantallas en sus manos que se les hace difícil mantenerse inmóviles dos horas delante de una. Es una generación multipantalla.
Ponme algún ejemplo de los programas educativos que ofrecéis.
A los más pequeños les proponemos una serie de juegos relacionados con la creación y los inicios del cine, en los que trabajamos por ejemplo con las sombras chinescas. Para los jóvenes adolescentes, por otra parte, ofrecemos actividades de todo tipo: desde talleres para hacer cortometrajes hasta proyecciones especiales para estudiantes de bachillerato como las sesiones de filmoteca, donde descubren los orígenes del cine de la mano de Segundo de Chomón.
¿Qué crees que los cineclubs pueden hacer para conseguir que el cine llegue a más gente?
Creo que por más esfuerzos que hagamos, que nunca son suficientes, nuestro país tiene un problema con la cultura, y es que, empezando por el gobierno, se nos está vulgarizando. Falta respeto y educación no solo por nuestro cine sino por todas las personas que tienen un trabajo y una nómina gracias al cine. Es el único sector empresarial al que se le critica por pura inercia. ¿Alguien que haya visto películas como Magical Girl o La isla mínima puede decir que son ‘españoladas’?
Y las salas comerciales, ¿qué crees que deberían hacer para conseguir reactivar la pasión por el cine?
Generalizando, y con todo mi respeto hacia ellas, les recomendaría trabajar con la pasión con la que lo hacen los cineclubes, y que piensen no sólo como empresarios sino también como espectadores.
Por ejemplo, podrían empezar diversificando la oferta de su cartelera. No puede ser que hoy en día vayas a un cine comercial y te encuentres con 12 películas del mismo perfil. Sabemos que ante todo buscan dirigirse a un público palomitero, pero con la cantidad de salas que tienen podrían variar un poco su programación y llegar a mucho más público.
¿Cómo se ha llevado la digitalización? ¿Cada cineclub se ha tenido que hacer cargo del coste de la conversión?
La digitalización ha sido el cambio más importante en el ámbito de la exhibición en décadas, pues 120 años después de la invención del cine por primera vez ha cambiado el sistema estándar de proyección, que era el celuloide y que ahora es el digital (DCP).
Para muchos cines comerciales ha sido un palo durísimo tener que asumir una inversión tan fuerte, sobre todo coincidiendo con un momento de crisis tan grave como el que estamos pasando. Muchos cines comerciales han tenido que cerrar sus puertas al no poder asumir esta digitalización.
En el caso de los cineclubs, ocurre algo diferente. Realmente de los 50 cineclubs que citaba antes como federados, muy pocos, un puñado, proyectan en sistema DCP. La libertad que poseen los cineclubs al programar no les hace tan esclavos de la novedad y pueden hacer un cine de reestreno en formatos como el Blu-Ray que ofrecen un resultado óptimo a la proyección.
Sobre aquellos que proyectan en salas digitalizadas, una gran parte proyecta en espacios públicos donde la conversión ha sido financiada por el Ayuntamiento, pero también los hay que combinan la faceta de cineclub y sala comercial, asumiendo ellos mismos su compra.
¿Cuál es la situación actual de los cineclubs?
Cada cineclub vive una situación particular y funciona a velocidades muy diferentes, pero me gusta pensar que el movimiento cineclubista pasa por un un momento bueno, pese a que se haya transformado la función social y cultural que tenía en un origen y ahora les toca desarrollar otra, diferente, pero igual de útil.
A nivel de cifras, todos los cineclubes unidos en un año pueden llegar perfectamente a la cifra de 100.000 espectadores, con ratios de espectadores por sala envidiables. Después de tocar fondo, considero que el público, poco a poco, está regresando a las salas. Fijándome en Cine Club Vilafranca, cada año la cifra final de espectadores aumenta.
Para acabar, vosotros que sois los que albergáis a un mayor número de cinéfilos en una sola sala, ¿qué pensáis cuando oís eso de “ El cine ha muerto”?
El cine ni está muerto ni morirá. Fue el lenguaje narrativo por excelencia del siglo XX y es el que domina, desde múltiples ventanas y pantallas, en el siglo XXI. Como ha sucedido con todas y cada una de las artes, el cine se encuentra en continua transformación, tanto de formatos como de narrativas. Pasarán las décadas y la gente necesitará que les sigamos contando historias, sean a través de una pantalla de cine, un televisor o un portátil. Como humanos necesitamos relatos y creo que el cine es la manera más completa de explicarlos. Además, aunque los grandes autores clásicos vayan desapareciendo, sus películas quedan como legado. Las obras maestras nunca mueren.
Clàudia Mera Cabezas
Distribución