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Entrevista a Aritz Cirbián

“Cada vez se nos pide menos función social y más rendimiento económico”

Aún habiendo estado en más de 40 festivales de todo el mundo y haber recogido 12 premios, El camino más largo para volver a casa no ha podido ni recuperar la inversión inicial… ¿Hacer cine de calidad no va reñido con ganarse la vida?

En absoluto. Se hacen películas maravillosas que funcionan bien de números pero que, como nosotros, no recuperan la inversión inicial, porque no hay una red de apoyo al cine en catalán suficientemente fuerte para que una película con este recorrido tenga el apoyo que necesita, que además en nuestro caso es mínimo porque estamos hablando de una cantidad de dinero bajísima. Aún cumpliendo la función social que se nos exige, no hay ningún tipo de apoyo público que permita recuperar la inversión y todavía menos tener lucro.

Y esto pasa porque el sistema que tenemos en Catalunya y en España hace que, si no se consigue el apoyo de las televisiones públicas desde un inicio, antes de hacer la película, después es muy complicado recuperar la inversión inicial, porque ya no queda nada.

Es lo que nos ha pasado a nosotros: sin tener el apoyo de TV3, ya quedamos fuera del sistema de subvenciones y también de la promoción que nos habrían hecho, y de la red de distribución. De hecho es un milagro que hayamos conseguido llegar casi a los 10.000 espectadores.

¿Qué tiene que ocurrir para que esto cambie?

Para empezar, las televisiones tienen demasiado peso en la decisión sobre qué cine se hace en España. Es prácticamente imposible hacer cine sin tener su apoyo. Tal y como esta montado, es absurdo que si el productor asume todo el riesgo, al final la tele pague menos que cuando lo asume ella. Cuando haces proyecto sobre guión, el proyecto puede salir bien o no, pero después el éxito puede estar garantizado y en cambio la inversión es menor. En el caso de la televisión pública es necesario mejorar la transparencia de los procesos, porque estamos hablando de dinero público y lo que pasa es que actualmente un grupo muy reducido de gente decide el cine que se hace en el Estado, con criterios poco transparentes y sin pasar cuentas. Esta situación es absurda.

¿Quién escoge el cine que producen las televisiones públicas?

Hay un departamento de menos de media docena de personas que estudian los guiones que les llegan, piden consejo a los asesores independientes y hacen una propuesta en la dirección, que es quién firma los contratos. Como es una entidad pública, hay unas convocatorias cada año donde formalmente se reúnen y toman la decisión de a qué proyectos darán apoyo.

Y el resultado de esto es que en lugar de un organismo público, un grupo muy reducido de personas están decidiendo el cine que se hace cada año, sin prácticamente tener control público.

Además, la consecuencia de esto es que se acaba potenciando una cinematografía con muchos intereses comerciales exclusivamente, sin valorar el posible interés social y cultural. En definitiva, las televisiones son un aliado clave en el sector audiovisual, pero no tiene demasiado sentido que decidan todo el cine que se hace en el país.

¿Por qué es tan difícil que las películas que no están basadas sólo en el entretenimiento puedan ser exhibidas en salas de Cataluña?

Cuando hablamos de los públicos cinematográficos tenemos un problema, porque desde la aprobación de la Ley del cine catalán el 2008, no se ha desarrollado una red de salas públicas que se prometió, y que permitiría que la cinematografía más diversa, que tiene dificultades para acceder a las grandes cadenas de cines, pudiera llegar más allá de Barcelona. Con El camino más largo para volver a casa hemos sido programados en dos salas de Barcelona más de 4 meses, pero en Lleida sólo se ha podido ver en un Festival. ¿Cómo puede ser que la Filmoteca se limite a ser un edificio en el centro de Barcelona y en 8 años no hayamos conseguido transformarla en una red de salas, que haga de servicio público para garantizar que llega cinematografía diversa y que se potencia el cine catalán en todo el territorio? ¿Qué esfuerzo público se hace para promover la cinematografía diversa hecha en catalán y en Cataluña? Se pueden hacer más pelis que nunca y nuestros creativos tienen más problemas que nunca para que llegue a la gente.

Como productor, el mensaje que me llega es que el cine no exclusivamente basado en el entretenimiento no interesa desde el sistema público. La voluntad, tanto del PP en el Estado, como de CdC en Catalunya, ha sido priorizar un tipo de cine muy espectacular pero poco diverso y eso, des del punto de vista del interés público, es negativo. La función de la administración pública debería ser garantizar la diversidad para que el imaginario cultural sea variado, transmita valores, retrate realidades cercanas…

¿Entonces cual es la apuesta de las administraciones para el cine catalán?

No hay una apuesta seria de la administración pública, ni estatal ni autonómica. El PP no ha tenido interés en hacer cine potente en las lenguas cooficiales y se ha limitado a potenciar el cine de entretenimiento, que es el más rentable económicamente.

Por lo que respecta a la administración catalana, ha aprovechado para reducir por 10 el presupuesto de cultura, no ha desarrollado la Ley del cine y durante cinco años no se ha movido nada ni se han hecho políticas para fomentar el audiovisual, cuando puede gestionar el presupuesto como quiera porque tiene las competencias. El Gobierno de Mas ha negligido su responsabilidad en la competencia cultural, porque la tasa sobre las teleoperadoras no puede ser la única fuente de ingresos como apuesta seria de la cultura. La Generalidad tiene que ser mucho más ambiciosa y tiene que poner más dinero, porque está invirtiendo lo mismo que cuando no teníamos presupuesto.

¿Si no se cuenta con una gran productora, dedicarse a hacer cine significa ser precario? ¿O ni así?

El cine, como muchos otros negocios, está hecho por gente que ya dispone de mucho dinero. Y entrar es difícil. En principio hacer cine es más fácil que nunca, porque la innovación tecnológica facilita que se hagan películas, y también que sea más fácil distribuir y promocionar que nunca, pero aún así supone un esfuerzo colectivo muy grande. Realmente es necesario mucho capital y que te adaptes absolutamente a las exigencias del mercado, que, aún y siendo alterado por el dinero público, está demasiado regido por sus reglas. Ahora mismo, lo público no tiene poder de decisión sobre la creación del imaginario colectivo cultural.

Hace dos años dijiste que en Compacto, tu cooperativa, estabais en un momento de “sangre, sudor y lágrimas”. ¿Todavía estáis en este punto?

Tiene pinta que este punto no termina nunca. Realmente es una cosa que los productores no hemos sido capaces de explicar mejor. El productor tiene una imagen de aprovechado de las subvenciones, pero en realidad es que la mayoría de profesionales que conozco, tengan grandes productoras o pequeñas, son gente honesta que gana salarios más bajos de lo que merecen por la posición que ocupan y en comparación con otros territorios. Tenemos una lucha durísima para hacer nuestro trabajo de manera razonable, con unos riesgos razonables y con recompensa razonable por la función social que se nos pide. Lamentablemente, creo que a veces se nos pide menos función social y más rendimiento económico, y eso creo que no es razonable en el sector cultural.

¿Crees que merecería más la pena invertir el dinero proveniente del doblaje en la producción de películas?

La respuesta no es tan simple. Lo que no tiene sentido es que estemos ayudando financieramente a las grandes productoras americanas a doblar en catalán un producto que no necesita este dinero. Si queremos que las películas se estrenen en catalán, simplemente se les puede exigir eso. Si queremos vender la película a la televisión pública, la tendrán que doblar, y ahora mismo se lo estamos pagando nosotros, cuando no sería necesario. A esto hay que añadirle que la televisión pública se están dejando más dinero en la compra de cine norteamericano que no en cine europeo. Y estamos destinando más dinero al doblaje de películas norteamericanas que a los documentales, a las ayudas de producción, a las ayudas al fomento del audiovisual o al presupuesto que tienen las diputaciones para que las bibliotecas tengan un fondo bien dotado del cine del país. Creo que no se trata de invertir el dinero del doblaje en producción así como así, sino el conjunto del sistema de fomento de la cultura audiovisual.

Tenemos que encontrar la manera de que las experimentaciones en cultura tengan el suficiente apoyo público para cubrir el riesgo porque, como pasa con la ciencia o con cualquier investigación, si pones suficientes recursos al final da frutos. Si queremos que películas de máxima calidad lleguen al mayor número de gente, tendremos que poner los recursos para que esto pase.

¿Tienen sentido unos premios como los Gaudí, sólo para pelis catalanas?

Son la guinda final. Es una fórmula copiada de la norteamericana, con virtudes y defectos. La función de los premios, en el cine como en otro sector económico, es la promoción del producto; promocionar unos valores, unos servicios y unas conductas que parecen positivas, de manera que las películas tengan más opciones de llegar a más gente. Y eso, en buena medida, lo consiguen. El conjunto del cine hecho en Catalunya, incluido el cine hecho en catalán, tiene dos horas de promoción anual en una tele, más todas las horas de interés que despierta durante las semanas previas. Ahora bien, ¿son los premios la mejor forma de promocionar el cine? No, sin duda. ¿Hacen falta otras formas de promoción, en las cuales se inviertan tantos o más recursos que en los premios de la Academia del Cine en catalán? Sin duda. Pero creo que son positivos.

Por lo que respecta a nosotros, cada premio que hemos ganado ha hecho que la película sea más conocida, que tenga más sellos de calidad que hagan que la gente decida verla, una nueva oportunidad de aparecer en los medios y porque la gente habla del proyecto en las redes sociales. Por lo tanto, porque no todo sea competitivo hacen falta otras herramientas de promoción, que tienen la mayoría de potencias de Europa y también en los EUA, que es donde más ayudan a la industria cinematográfica, y aquí también lo necesitamos.

¿El crowdfunding es la única manera de poder hacer una película de forma independiente?

El crowdfunding no sólo sirve para financiar un tipo de películas independientes, o proyectos pequeños o precarios… Sirve para financiar un tipo de películas que tengan un interés para el público. Con El camino más largo para volver a casa hemos usado el crowdfunding para un tipo de película -un drama- que, según las malas lenguas, no conecta con el público. En cambio, nosotros hemos sido capaces de hacerlo antes de rodarla, que una parte del público la financiase y luego nos acompañase durante todo el viaje.

Es una manera de financiar un proyecto que implica un esfuerzo comunicativo, que construye una comunidad alrededor del proyecto y va más allá de lo que consigue el dinero: es una herramienta potente para acercar el trabajo al público. Pero nosotros no esperamos financiar toda la película con crowdfunding, ni esperamos que en la siguiente no sea necesario. Nos ha ayudado a crear un público, nos ayuda a generar una complicidad, nos ayuda a financiar parte de la película y lo seguiremos usando en las próximas producciones. El crowdfunding es una herramienta de creadores innovadores y atrevidos que, independientemente del género que hacemos, no tenemos miedo de comunicarnos con el público, de trabajar con la base y no de una manera elitista. Y es por eso que hay proyectos de todo tipo financiados con crowdfunding: de millones de euros, financiados por multinacionales, y proyectos muy independientes, como los nuestros.

¿Cuál es el futuro del cine cuando las series toman mucho protagonismo en el mercado audiovisual?

Pienso que son lenguajes ligeramente distintos, dos formas distintas, y que la manera de consumir de la gente ha cambiado bastante, como para que la gente quiera trocitos más pequeños pero como historias más largas. Es decir, reservarte dos horas de tu vida cuesta más que una hora, pero a la vez, en general cuando a la gente le gustan unos personajes o una historia, si pudiera alargarla y no quedarse en dos horas, mejor. Antes era muy complicado hacer eso, y ahora las nuevas televisiones como Netflix o Amazon lo están aprovechando para crear relatos de muchas horas de duración. El cine ha sido la gran expresión cultural del siglo XX, pero ahora, en el siglo XXI, ya no tiene la misma importancia y tiene que convivir con el videojuego y otras formas de televisión como son las series. Todo tiene espacio: la radio continua existiendo aún no ser tan importante como hace un siglo, y con el cine pasa lo mismo.

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